Hace relativamente poco supe de la existencia de Sigurd Lewerentz. Después de algunas imágenes inconexas, comenzó el síndrome de “comprar un auto”: uno no presta mayor atención a la cantidad de determinado modelo hasta que piensa en comprarse uno. Entonces aparecieron varios ensayos y publicaciones (la monografía de Electa es del 2001) y la permanente deuda de una visita.
Lewerentz tenía 71 años cuando comenzó St. Mark y 81 al iniciar St. Peter, dos de sus obras más conocidas (junto a la tienda de flores todavía posterior). Creo que es bueno pensar sobre la singularidad de las mismas desde la madurez del artista. Si se conoce algo de su derrotero: los inicios junto a Asplund y el clasicismo nórdico o la arquitectura blanca de los ’30 resulta aún más aleccionador: Su madurez llegó con una fascinante mezcla de acumulación y de despojo.
Notas:
Gran parte del material que se encuentra sobre Lewerentz refiere a las tres obras mencionadas y su tremenda impronta constructiva. Recomendación: ver las obras de cementerios y paisaje, y uno de sus únicos textos: Modern Cementeries: Notes on the Landscapes.